Por accidente, por casualidad o por error. Así terminó siendo músico. Un día se encontraba haciendo una larga fila en el Instituto Nacional de Música para iniciar sus estudios y lo único que sabía acerca de música era que le gustaba. Segundos antes de entrar se dio cuenta que tenía que decir cuál instrumento quería tocar, para el todos eran iguales pero no se sabía el nombre de ninguno.
Antes de entrar, escuchó a otro niño de la fila decir “clarinete”. Sin tener la menor idea de que era eso, dijo: “Quiero aprender a tocar clarinete”. Lo que no tenía idea es que esa frase lo iba a ¨embarcar¨ a ser el clarinetista principal de la Orquesta Sinfónica Nacional desde 1982 hasta hoy.
Entendiendo que pasión es la unión de dos palabras (amor y locura) la música es su pasión.
“¿Una orquesta en Costa Rica que mezcle la música popular con la música clásica? Marvin estás loco vos, mae pagáte a ver. Aquí la gente no va al teatro, no ve que los domingos siempre juega la “S”. Si hubieras nacido en Roma, si te compro la idea. En tiquicia te vas a morir de hambre con tu idea. Así reaccionaba la gente cuando don Marvin les contaba de su sueño, ahora imagínense cuando llegaba a pedir plata para financiar el proyecto. Contra todos los pronósticos decide crear en el 2003 la Orquesta Filarmónica de Costa Rica y en muy poco tiempo ya compartía el escenario con Luciano Pavarrotti, Andrea Bocelli, Pablo Milanés, Armando Manzanero, entre otros.
Marvin se ha ganado el cariño de mucha gente por su forma de ser, rompe los paradigmas del típico director de orquesta y logra acercar la gente al teatro para cumplir su objetivo: Hacer a la personas más felices, por medio de la música.
Es inspirador escucharlo hablar de sus metas y sueños. Sabe muy bien cuál es su próximo reto: Democratizar la música. Sueña en que algún día no hayan barreras que dividan a los ticos de una orquesta y un teatro que, sin importar la edad, los gustos y el nivel socioeconómico todos (as) disfruten de esto tan hermoso llamado música.