LOS SONIDOS DE LA CUEVA: homenaje a la resiliencia y a la buena voluntad.
Hace pocos años aquella olvidada comunidad transmitía ecos de aflicción, marginación, miedo, preocupación. Hoy, -aunque la realidad material no ha cambiado mucho-, los sonidos, las imágenes y las actitudes que se despiertan en lo que fuera la Cueva del Sapo, la han transformado en Cuevadeluz: cientos de voluntarios han escuchado el aprisionado deseo de unos vecinos, ansiosos de mostrar que la precariedad material en que viven no extermina su talento interior.
La Camerata de Luz del SIFAIS tuvo su origen en los ensayos con violines hechos de cajas de cartón a falta de verdaderos instrumentos; luego empezaron a trabajar, desde hace cuatro años, bajo la batuta de un joven que descubrió su vocación de director, en los patios de las casas que nos facilitaban para ensayar los vecinos de Carpio. Hoy han evolucionado tanto que preparan cinco conciertos de temporada al año, y se han presentado en los más variados auditorios: desde pasillos de centros comerciales o salones de hoteles, hasta el museo de Jade, el Museo de los Niños, el Teatro Nacional y el Teatro Rubén Darío de Nicaragua.
La Camerata es una de tantas iniciativas culturales, deportivas, y técnicas que desde el 2011 se han ido forjando con la confianza, constancia, locura y ternura de vecinos y visitantes, estableciendo estas actitudes como los ejes cardinales necesarios para realizar esta potente revolución constructiva que ha transformado lo que se percibía como la zona más conflictiva de Costa Rica.
“Los Sonidos de la Cueva” hoy se convierten en agradecido homenaje a los voluntarios que han escuchado la convocatoria de Carpio, y en un llamado para que dejemos de delegar exclusivamente en el Estado la solución de los dramas sociales. Muestran que la responsabilidad social personal es una receta de eficacia biunívoca: compartiendo nuestras grandes o pequeñas oportunidades con los menos afortunados, facilitaremos una virtuosa inclusión social multivía en el país.